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Artículo de Nanino Díaz Cutillas, publicado en la sección "Cantares" del  El Eco de Canarias. 21 de enero de 1979

        Sirinoque de las Tricias.

 

 

        El Sirinoque de Las Tricias, de municipio palmero de Garafía, está considerado como uno de las más sobresalientes pervivencias folklóricas de La Palma. El sirinoque que, según narraba Cipriano de Arribas en el libro que publicó en 1900 se bailaba en casi todas las fiestas de la isla, ofrece en la actualidad variantes notables en distintas localidades. Hace algunos meses comentábamos el serinoque -así lo decían, con ”e”- de Barlovento. Y reproducíamos lo que cantaban el cantador solista y las relaciones  de las distintas parejas de baile. Ahora nos complacemos en hacer lo mismo con el sirinoque de Las Tricias, que es más amplio y consta de otras partes que no se incluyen en otras localidades. Además del sirinoque propiamente dicho y de las relaciones, en Las Tricias, se inicia la interpretación con un romance y se concluye con El Conde de Cabra. El romance puede variar, según nos informó Felisindo Hernández Rodríguez, cartero de la localidad, que lleva 34 años en el grupo del que es su principal mentor, además de ser el cantador principal y tocador de tambor. En ocasiones, como en la grabación que efectuaron para El pueblo canta de TV.E en Canarias, pueden abreviar incluso el romance, del que se pasa al sirinoque y, tras degustar vino de un barrilete y comer gofio de un zurrón, se cantan las relaciones, para finalizar cantando y bailando El Conde de Cabra.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

He aquí las diferentes partes del sirinoque de Las Tricias.

 

 

ROMANCE

 

 

    José Pérez Vidal, que ha estudiado como nadie el romancero en la isla de  La Palma, destaca una de las características fundamentales de esta herencia hispánica en la isla verde: el responder, apéndice que se canta a coro cada dos versos del que interpreta el romance. Es un pareado, con rima en asonante. Existe gran cantidad de responderes de diferente tipo, por lo general relacionados con el tema que se narre en el romance. Incluso romances antiguos que no conocieron estribillo en la Península, tienen en La Palma su responder. En la ocasión que registramos el sirinoque de Las Tricias, Felisindo Hernández Rodríguez, cantó uno de los romances tradicionales que conocen buen número de versiones en Canarias: el Romance de la Serrana. Pérez Vidal recogió cuatro en La Palma. La versión de Felisindo es abreviada y no describe con tanta prolijidad como otros el ágape ofrecido por la serrana al pastor, ni tampoco para en detalles sobre el interior de la cueva, así como la huida final del pastor.

 

El responder para el Romance de la Serrana era el siguiente:

 

 

Guárdame bien la manada

que me lleva la serrana

 

 

Y el romance que cantó Felisindo Hernández, fue como sigue:

 

 

Cuando yo era pastorcillo

que cuidaba mis ovejas

 

Me encontré con la serrana

dentro de una paramera

 

Me coge por un bracito

y me lleva pa su cueva

 

La cueva entrando la puerta

de cruces estaba llena

 

Y atrevímen y pregúntele

qué cruces eran aquellas

 

Más te vale pastorcillo.

Más te vale que no sepas

 

Se concluye con el mismo «responder»:

 

Guárdame bien la manada

que me lleva la serrana

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

       Indiquemos que mientras el cantador va desarrollando el romance y toca el tambor (en La Palma recalcó Pérez Vidal se le denomina tambor y no tamboril pese a su forma) le acompañan con tambor y castañuelas. Las parejas de baile permanecen en  filas haciendo movimientos leves de balanceo, sin desplazamientos.

 

 

SIRINOQUE

 

 

        Tras el romance viene el sirinoque, danza que ha logrado sobrevivir a otras antiguas como el baile romancesco de las jilanderas, que se conoció también como baile de las castañuelas, jila jila o baile jilado o como el Santo Domingo que el citado Cipriano de Arribas en su libro A través de las Islas Canarias indica que gozaba de más popularidad incluso que el mismo sirinoque.

 

 

Este es el sirinoque que oímos a Felisindo Hernández:

 

 

Este sirinoque

ahora si va bueno

que hay que replicarlo

del aire p'al suelo

del aire p'al suelo

del aire p'al suelo

 

Bailando muchachas

poquito ca'una

que todas queremos

sacudir' las pulgas,

sacudir las pulgas

sacudir las pulgas.

 

Hay que ver la sangre

que una pulga tiene

que va de Canarias

a La Habana y viene

a La Habana y viene

a La Habana y viene

 

Estando la mora

en su moreral

que la dejen sola

si la «quien» dejar

que busque compaña

si quiere bailar,

porque ella sola

se ha de hallar mal

 

Y se halla mal

qué se me da a mí,

qué se me da a mí,

No se me da ná

no se me da ná

Váyanse pasando

de acá para allá

que las relaciones

se van a cantar

se van a cantar

se van a cantar

se van a cantar

 

 

RELACIONES

 

 

        Tras el sirinoque siguen las relaciones. Pero en el grupo de Las Tricias se hace una pausa para pasar el zurrón del gofio y un barrilete de vino. Las relaciones que oímos tienen todas contenido amoroso,  pero cargadas de doble sentido, tanto las intervenciones del varón como la réplica de las damas.

 

 

He aquí las relaciones que cantaron las seis parejas:

 

 

Sí no te casas conmigo

has de morir en mis brazos

como yo escacho las uvas

y las convierto en bagazo

 

Madre mía de Las Nieves

mándeme su sacramento.

Écheme este animal fuera

porque me mata aquí dentro

 

Tú no me lavas la ropa,

tú no me das de comer.

Si no te acuestas conmigo,

¿pá qué te quiero, mujer?

 

Yo te jago la comía

y te cuento lo que me pasa,

si no me acuesto contigo

es porque no paras en casa

 

La Plaza Santo Domingo

se encuentra bien alumbrada,

pero en el barrio Las Tricias

de noche no ve nada

 

¿Pá qué quieres alumbrado

si tú eres una lumbrera?

Que llegas todas las noches

con la misma fogalera

 

Si tú te casas conmigo,

te doy todo lo que tengo:

Un pajero con dos bueyes,

con un chivato sin cuernos.

 

Por un chivato sin cuernos

no te debes preocupar.

Vete, jabla con tu madre,

que ella lo sabe pegar

 

El otro día en la era

dijiste que me querías.

Y hasta la burra brincaba

contenta de la alegría

 

Te dije que te quería

pero eso no es así

 

Porque teniendo la burra,

¿pa’ qué me quieres a mí?

 

Para el día de la boda

ya lo tengo preparado:

Una botija de vino,

higos y gofio amasado

 

Para el día de la boda

no te debes preocupar,

que yo ya tengo un conejo

para darte de cenar

 

 

CONDE DE CABRA

 

        Termina su actuación el grupo de Las Tricias con El Conde de Cabra. Canta Felisindo y responde el que salga de la rueda y baila en el centro. Se repiten las mismas estrofas varías veces para concluir el coro.

 

 

El conde de Cabra

lo pide una niña.

Si el Conde quisiera

él se lo daría

él se lo daría

él se lo daría

 

Yo no quiero al Conde

ni al kikirikí.

Yo no quiero al Conde

que te quiero a tí

que me quedo aquí

que me quedo aquí

 

 

COMPONENTES DEL GRUPO

 

        El grupo de Las Tricias lo dirige Felisindo Hernández Rodríguez, su principal cantador y tocador de tambor. Aunque él se muestra pesimista respecto al futuro de esta manifestación folklórica, pues estima que los jóvenes no muestran interés, hay que hacer notar que tres de sus hijos figuran entre los bailadores. El tocador de flauta es Fatricinio Hernández Perdomo y el de castañuelas Clemente Barreto Marichal. Las seis parejas de baile las formaban: Cayo Rodríguez García y Carmen Teresa Hernández. Manuel Perdomo Castro y María Ángeles Chinea Bello, José Francisco Pérez Rodríguez y Mary García Mora, Leopoldo Rodríguez Rodríguez y Cecilia Hernández, Pelayo Hernández y Laura Hernández, José Luis Martín y Argelia Pérez.

 

        Por último, indiquemos que muestras tan interesantes como las que ofrece el Tricias merecerían darse a conocer a quienes todavía piensan que el acervo folklórico canario es corto y limitado, cuando además de las muchas variantes que presentan los aires comunes a varias islas existen singularidades tan notables como este sirinoque palmero, del que en alguno de sus aspectos se cree que tiene reminiscencias del antiguo canario.

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